Si usted al igual que yo vive en la isla de Puerto Rico, es un sobreviviente. Somos, para vergüenza nuestra, una sociedad violenta. Recientemente, los medios noticiosos transmitieron la triste nota de un hombre que fue asesinado por otro frente a su esposa e hijos, tan solo por haberle chocado su vehículo. Nos hemos convertido en seres individualistas e intolerables. Es que vivimos de espaldas a Dios y sus sagradas reglas que nos muestran la tolerancia y la sana convivencia. Las directrices para vivir en este mundo una vida en comunión con Dios y nuestro semejante, podemos encontrarlas en las Sagradas Escrituras. El pueblo de Dios (los cristianos) somos llamados a ser luz en este mundo de tinieblas (Mt. 5:14-16). Lo más lamentable es que existe pueblo de Dios con más tinieblas en su interior que las que hay en el mundo. Si el Espíritu Santo, Tercera persona de la Santísima Trinidad, mora en nosotros resplandecemos, pues es su naturaleza ser luz. Es imposible una luz que no brille y un cristiano que no proyecte su luz interior al mundo. Somos templo del Espíritu Santo, por lo tanto, El vive en nosotros, y nosotros permanecemos y vivimos en comunión e intimidad con El. El mismo nos impulsa a que cumplamos con “El gran Mandamiento de: Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Y con la regla de oro:”Todas las cosas que quieras que los hombres hagan con ustedes, asi también háganlas ustedes con ellos” (Mr. 12:31, Mt. 7:12). El buen cristiano es un prototipo del árbol de Sándalo, el cual, al ser cortado impregna con su perfume el hacha que le ha derribado.
En cierta ocasión, una enfermera que trabajaba en un hospital del país, reclamo indignada al capellán general por la forma en que la habían tratado algunos pacientes. “¡Mas bien agradézcale a Dios pos eso!” le dijo el capellán. “¿Qué?” pregunto sorprendida la enfermera. A lo que el capellán le contesto: “Por que si usted estuviera llevando una vasija y alguien chocara con usted, solamente derramaría del contenido que esta en la vasija. De la misma forma, cuando alguien nos juzga mal, nos persigue o, como en su caso, nos falte el respeto, nosotros solamente podemos derramar lo que esta dentro de nuestros corazones”. A la inversa, una persona sin Dios, probablemente reaccionaria con una palabra hiriente, de manera grosera y desconsiderada. Mas si como cristianos que somos nuestro corazón esta lleno de la presencia de Dios y la comunión del Espíritu Santo, manifestaremos a esta persona el amor de Dios que esta en nuestro interior.
Nosotros como creyentes y poseedores de la presencia del Espíritu Santo, en momentos como este debemos expresar con nuestras acciones, palabras y actitudes lo que esta dentro de nosotros; el amor de Dios que sobrepasa todo entendimiento humano. Solamente podremos hacer esto cuando permanezcamos en la presencia de Dios y con su Santo Espíritu en lo secreto de nuestra intimidad por medio de la oración. Un cristiano lleno de Dios, camina por este mundo derramando de esa Santa presencia en todo aquel que se encuentre a su paso.
Amén.