Puede que tu día comenzó de lo mejor. Comenzó con tu acostumbrada oración y todo andaba bien. Hasta en el trabajo todo iba de maravilla, hasta que un compañero se te acerca y te hace una crítica de unos de tus trabajos. De inmediato todo cambió, Dios ya no te está sonriendo. Al parecer se ha ido. Te llenas de ira, furia y resentimiento. Todo tu día se arruinó. ¿Te ha sucedido algo así? ¿Habrá alguien que haya tenido un cambio en su día ante una situación parecida? Lo que sucede es que estás enfrentado la crítica, la cual puede ser constructiva o destructiva. La crítica, sea injusta o justificada, es constructiva cuando prestamos atención y hacemos nuestros ajustes internos. Esta a su vez es destructiva cuando cerramos las puertas de nuestra mente, ponemos barreras emocionales e impedimos que entre. La crítica por su parte puede considerarse constructiva cuando la evaluamos con un espíritu dispuesto a examinarnos a nosotros mismos objetivamente. Además la crítica se vuelve destructiva cuando la guardamos y hacemos un pozo de resentimiento. Usted es quien decide si la critica le afecta o no. Usted tiene habilidades y cualidades únicas que Dios puso en sus manos. Cuando usted evalúa la crítica y decide hacerla constructiva le impulsa a confiar en Dios, en Él como su defensor y pone en sus manos su reputación. Si usted trata de defenderse por sus propios medios, esta crítica se vuelve destructiva.
Cuando le critiquen vea si es correcto, no ponga barreras, corrija lo que sea necesario, con un espíritu de humildad. Eso es ser sabio. Si considera injusta la crítica, apóyese en Cristo y permita que Él sea su defensor. Eso es confianza. De ambas formas usted gana. Por último, la palabra de Dios dice: “El oído que atiende a la reprensión de la vida vivirá entre los sabios” Proverbios 15:31.
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